Plantar memoria

Los alumnos y las alumnas del Colegio de la Reconquista se informaron acerca del Derecho a la Identidad, reflexionaron sobre la desaparición forzada de personas y los/as estudiantes de 6to año plantaron un árbol como consigna conmemorativa del Día de la Memoria, la Verdad y la Justicia, el pasado 24 de marzo.

Plantar memoria

¿A qué nos referimos cuando hablamos del Derecho a la Identidad?

Los derechos fundamentales como la libertad, la alimentación, la vivienda digna, el trabajo, la salud, la educación son fáciles de comprender y apreciar, no requieren de grandes explicaciones para que se entienda su razón. Sin embargo, hay un derecho fundamental que no se ve a simple vista, tal vez porque es tan obvio que pareciera no tener que explicitarse. Ese derecho es el Derecho a la Identidad, el derecho de cada uno a saber quién es. La mayoría de nosotros, por suerte, conocemos a nuestros verdaderos padres, sabemos quiénes son o quiénes fueron, pertenecemos a un grupo familiar, a una cultura, a una historia. Hay quienes no se parecen a sus padres, ni a sus tíos, ni a sus primos, ni a sus abuelos… y nunca les dijeron por qué.

Implicancia social del Derecho a la Identidad 

Decimos que la identidad es un proceso porque se reafirma y reestructura a lo largo de toda la vida. Las experiencias de la niñez, los afectos, las relaciones cercanas, las dificultades y las oportunidades forman parte de la construcción de nuestra propia forma de ser. La identidad se va armando a partir de las múltiples identificaciones que tenemos con los otros. Seguramente tenemos rasgos que hemos tomado de otros, pero cuando se incorporan en nosotros, se modifican, se entrelazan con otras características que nos hacen diferentes de los demás. La identidad se construye dentro de una familia, una comunidad, una nación e incluye características como la filiación (ser hijo de), el género, la etnia, las opciones culturales, religiosas y políticas. Reflexionar sobre la importancia de saber de dónde venimos es una responsabilidad que tenemos como personas y por ende como sociedad. La sustracción de la identidad no es sólo un problema de las Abuelas o de las familias afectadas, sino de todos los argentinos. Debemos asumir la búsqueda de los nietos que tienen sustituida la identidad y garantizar la vigencia plena de este derecho, para los nietos, los bisnietos y todos los hombres y mujeres que están en esa situación como también para la sociedad en su conjunto que recupera su identidad colectiva en cada encuentro.

En la Argentina no todos saben verdaderamente quiénes son. Como ya dijimos, en la Argentina, fue el Estado el que violó ese derecho. Este hecho histórico pone en evidencia que el Derecho a la Identidad debía ser explicitado para que se lo considerara un derecho humano fundamental, y por lo tanto pasara a ser responsabilidad de los Estados garantizarlo.

Gracias a la lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo, en noviembre de 1989 se logró incorporar a la Convención de los Derechos del Niño los artículos 7, 8, y 11,11 para garantizar en todo el mundo el Derecho a la Identidad.