General Martín Miguel de Güemes, su vida y el ejército

Hoy 15 de junio, es feriado. Conmemoramos la vida y la lucha de un hombre que abandonó su situación de privilegio en la sociedad salteña para sumarse a las campañas libertadoras por la emancipación de nuestro país. 

Su fallecimiento, el 17 de junio, se recuerda en la provincia de Salta con grandes ceremonias. Se suma, para rendirle homenaje, el desfile a caballo de las tropas gauchas “los infernales” que rememoran a las que Güemes organizó para enfrentar a los ejércitos españoles.

Les proponemos recorrer algunas viñetas de su vida y de su accionar en el proceso revolucionario independentista de Argentina y América Latina.

Quizá saber un poco de su historia nos despierte el interés para seguir indagando.

 

Película “La Guerra Gaucha”

Año: 1942

Dirección: Lucas Demare

Guion: Ulyses Petit de Murat (Libro: Leopoldo Lugones, Homero Manzi)

Música: Lucio Demare

Reparto: Enrique Muiño, Francisco Petrone, Angel Magaña, Sebastián Chiola, Amelia Bence, René Mugica

Productora: Artistas Argentinos Asociados (AAA)

Género Drama | Histórico. Siglo XIX

En el año 1817, durante la Guerra de la Independencia, en la provincia de Salta, las fuerzas irregulares que respondían al general Martín Güemes hieren en una acción de guerrillas a un teniente del ejército español, peruano de nacimiento. El mismo es mantenido cautivo en la estancia de una patriota, de nombre Asunción, mientras le dan atención médica.

 

 

La guerra gaucha de Leopoldo Lugones. Publicado en 1905 (Fragmento) – Libro de relatos sobre la guerra de guerrillas de la milicia de Güemes

Desligándose penosamente del alud que lo trituraba, el demolido reo se incorporó sobre los codos. Demoró un momento como ratificándose; procuró salvar después el trecho que mediaba entre él y la banderola. Una sobrehumana decisión prestábale ánimo para intentar semejante esfuerzo. Reparaban desde arriba, bien que vagamente, sus piernas quebradas, su cuerpo estrujado como un odre, las desgarraduras atroces que lo lastimaban. Sobresalía bien visible una costilla rota por debajo de la chaqueta. Ni se indignaban ni compadecían, tanto estupor les causaba aquello, tanto dominio ejercía sobre su voluntad el temido jefe.

Por fin, dislocándose en contorsiones, siempre a la rastra con sus piernas, sobre los codos que sangraban sin duda hasta el hueso, el hombre no distaba ya más que un paso de su presa. Un silbido de viento atravesó el grupo. Crujieron distintamente las tascadas coscojas. La banderola palpitaba allá abajo sobre el verdegal como un ala de mariposa.

Cuando el herido la aseguró en sus manos irguió el busto ante la partida que lo observaba, empavesado de arambeles, tan pálido que lo advertían a pesar de la altura.

Pero mientras sacudía el trofeo, un gesto de victoria lo transfiguró. Vieron en su boca el grito que hasta ellos no ascendía, sintiéronlo en el corazón, y en un eco de sollozante clarinada se lo devolvieron:

¡VIVA LA PATRIA!

Y el capitán, con el pecho como una fogata de alcohol, transportado por el alma que irrumpía en ese grito; fatal de entusiasmo, tremendo de justicia, devorando en su crueldad un frenesí de remordimiento y de orgullo, atrajo uno de los hombres al azar, estrecholo entre sus brazos, y sobre aquellas crines épicas, ante el pueblo de montes, en presencia del sol, lloró de gloria.

 

Serie La tierra en armas