Barcelona
Una mañana fría en Barcelona parecía tener a todos encerrados en sus casas. Los niños no fueron al colegio, las madres se quedaron cuidando de ellos; las tiendas quedaron vacías. No circulaba nada más que trabajadores frustrados por no poder faltar. Las hermosas calles de la ciudad estaban ligeras. Se había anunciado una tormenta terrible por lo que mandaron a evacuar a todo el mundo. Parecía que Barcelona quería estar sola ese día.
Con la gente ya metida en sus casas, cómodos pero preocupados por ese desastre natural que se les venía encima, no faltaba uno con la televisión encendida esperando noticias. Se les ordenó bajar persianas y mantenerse a oscuras. La intriga de las miles de cabezas de las personas intimidaban a la pobre ciudad de Barcelona.
Ya más tarde cuándo se cansaron de esperar respuestas y decidieron irse a dormir, algo increíble sucedió. El cielo se tornó rosa y la luna sonrió. El silencio de la multitud era música para la bellísima ciudad.
De arriba cayeron diamantes pequeños y preciosos. Todo el suelo asfaltado de Barcelona se cubrió de blanco brillante. En silencio la ciudad cantaba y bailaba melodías melosas. Parece ser que esta pícara, estaba enamorada de Moncada, su ciudad vecina, y quería cortejarla. Pero ésta no pudo oírla, pues era tarde y estaba durmiendo; sin embargo ésto no la detuvo, pues quería desahogarse.
Barcelona cantó hasta el cansancio y al final fue a descansar; muy feliz por haber conseguido su día de paz. Al día siguiente todo estaba como de costumbre, y la gente nunca volvió a mencionar ese desastre no tan natural.
Escrito por Morena Galera de León, 5to Comunicación