Las mejoras sociales y económicas de la época eran el resultado de una política demagógica y facilista del gobierno. De este modo, protegida por esta política económica, la actividad industrial creció a un ritmo sostenido durante algunos años.
Se lo acusa, como hizo el embajador norteamericano Spruille Braden en un documento, al gobierno argentino y a Perón de nazismo. Una de las razones por las cuales se cree esto es que, durante su mandato, Perón creó refugios en la zona norte para cientos de miembros de la SS. Los pro-aliados como los pro-soviéticos consideraban que no faltaban elementos para tal acusación: desde la férrea neutralidad argentina durante la Segunda Guerra Mundial, la autodefinición de “ni yanquis, ni marxistas” posterior, hasta las evidentes simpatías hacia el nazismo o el fascismo de Mussolini, expresadas por algunos dirigentes de la revolución, incluido el mismo Perón.
La Unión Democrática hizo suyas estas denuncias. Las respuestas de Perón fue: Braden o Perón. Este dilema significaba la Unión Democrática y la injerencia yanqui por un lado o la defensa de los intereses nacionales, contra el imperialismo, de la mano de Perón.
Escrito por lxs alumnxs de 5to Comunicación