El otro yo

Siempre sostuve que la Literatura es provocadora: a veces atrae y se esparce, otras,  aleja, recorre espacios y se introduce en laberintos casi borgeanos. La entrada a ella es magnética y nos permite transitar ese camino en busca de nuevas emociones, de nuevos personajes, de nuevas tramas y conflictos y ver, en definitiva, cómo esos personajes ficcionales recorren con el lector distintos caminos. Y cuando aleja, busca la manera de encontrarnos. Y cuando un texto atrapa… 

Y alguna de estas cosas les sucedió a  este grupo de adolescentes, mis alumnos del último año de la secundaria. El puntapié inicial lo dio la lectura de Jorge Luis Borges en su relato “Borges y yo”. ¿Hay otro en mí? ¿Cómo es? Luego fue “La identidad” de Elena Poniatowska. ¿Qué es el nombre? Y finalmente, “El otro yo” de Mario Benedetti en el que “el otro yo usaba cierta poesía en la mirada”.

Y analizando estos relatos encuentro que  algunos, intuitivamente utilizaron la técnica narrativa de monólogo interior en el que  aparecen los pensamientos de los  personajes sin que un narrador los  presente. No está dirigido a  un lector, sino que simula producirse en la mente de quien habla, se avanza por asociación de ideas con una sintaxis a veces desorganizada, tal como sucede en el interior de la mente cuando “hablamos” con nosotros mismos.

Otros utilizaron la técnica de la introspección, una reflexión hacia el interior donde el narrador relata para sí sus pensamientos y  sentimientos, pero ya en forma más ordenada.

Y así surgieron los relatos y en ellos se encontraron con su otro “yo”, discutieron con él, lo enfrentaron, lo abrazaron, lo rechazaron, lo admiraron y descubrieron que eran la conjunción de uno y del otro y que así sería siempre en esta dualidad que tenemos los humanos.

Me siento muy orgullosa de la publicación de este libro y de haberlos provocado a través de la Literatura. Ahora los espera un laberinto que los invito a recorrer. Cuenten conmigo.

Prof. Mabel Del Gesso